sábado, 21 de junio de 2014

Transformaciones

Con la rauda premura de los riachuelos que descienden de las montañas, se precipita, incontenible, la arena del reloj universal. Anuncia, intrépida, la intrincada relación que tiene nuestra masa y nuestro espacio con esa otra hilaza que entreteje esa sustancia viscosa a la que llamamos realidad. El tiempo, incomprensible, viaja en un canal sobre una góndola dirigida por la parca, al son de un piano melancólico que canta la canción del juicio final.

La vieja vida está en la rueca y teje la realidad, o más bien, una de tantas realidades que entrelaza para matar el aburrimiento en los confines de las nebulosas. Mientras lo hace, cada puntada, cada giro, cada revés, constituye la metamorfosis que sufren los mortales mientras la danza eterna transcurre.

El cabello me ha nacido otra vez. Mi cara nuevamente se puebla con timidez por esa pelusilla hilarante que se supone, es mi barba. No ha transcurrido mucho y sin embargo, han sido siglos para mí, desde que ni esas dos motas patéticas crecían en mi mentón. ¿Habré cambiado quizá?. En “todo” este tiempo, ¿habrá sufrido alguna transformación ese ente caminante al que los demás llaman Yo.

La pregunta, surge en medio de la tiniebla trunca de mi cuarto, una tarde de sábado en absorta soledad. Soledad tétrica y helada que me recorre las manos y que solo se ve cortada por las teclas y el tibio tacto de la máquina donde escribo. No hay más. La guitarra sobre la cama, el piso manchado por las lágrimas de la pasión desbordada, las manos tiesas de infructuoso afecto. ¿Habré cambiado?, ¿Habré cambiado quizá?.

Los seres evolucionan con el tiempo. Darwin lo dijo. Esa selección natural lenta y consistente, sabia y como buena sabia, paciente, ¿tendrá una versión diferencial más rauda y palpable para la cortísima existencia de un ser tan limitado y efímero?. Me lo pregunto, simulando mirar a un espejo, mirando la pelusa en mi cara, el cabello tostado, los brazos quemados y las manos vacías. ¿Habré cambiado quizá?.

Soy ahora algo. Alguien. ¿Diferente?. Pienso en ella. En los dobleces que ha hecho a su página, en las nuevas formas que adopta, en las maromas nuevas que ha aprendido a hacer, y yo ¿habré cambiado quizá?. ¿Habré cambiado? O solo sigo siendo la empaquetadura de un puñado de sensaciones y sentimientos cautivos. ¿Seré diferente?, o mi intento por zambullirme en la crisálida se ha desvanecido con los vientos de junio, y mis alas en formación se han expuesto al sol quemante y he muerto como la oruga muere al no lograr culminar su metamorfosis.


Qué significado a través de las eras tiene. Tengo. Qué hay detrás del espejo cuando lo miro y pregunto: ¿Habré cambiado Quizá?.

Julio 21 de 2014

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