viernes, 11 de julio de 2014

¿Dónde estará mi Jueves?

Buscando Dinero en los Bancos Vación - Imagen de aitormen

Eran como las 11:30 de la mañana. Yo recién llegaba al trabajo después de un buen paseo en bicicleta para inyectarle algo de actividad a este jueves medio gris y medio pesado que había comenzado a las 9:00am, cuando abrí los ojos, después de haberme revolcado con cierta pesadez en la cama. Hoy había que aprovechar para hacer muchas cosas, pues - mañana será un día pesado -


Me había levantado con lentitud y organizado el viaje. Con la serpenteante contidianidad me había deslizado por la casa para buscar el desayuno, la toalla y las ganas de salir a continuar. Y a las 11 arranqué, pedaleando cuesta abajo desde las laderas sombrías de una Medellín encrucijada y tejida con música guasca y reggaetón.



El viaje veloz en la bicicleta con la precaución de unos frenos en no muy buen estado, supieron nutrir de un poco más de adrenalina la bajada. Llegar a la oficina, jadeando, sentarme en el computador y encender el ventilador. Hora de comenzar una jornada que en la vida cotidiana de cualquier ser no es más que un relato aburrido de un Jueves de trabajo como cualquier otro.



No se como, ni porqué, pero, cuando pregunté por algún acontecimiento que debía suceder al día siguiente - Viernes -  me llevé la sorpresa más desagradable del día. "Hoy es Viernes" dijo mi compañera mirándome con incredulidad. - ¿Qué hoy es viernes? - Dije yo, más incrédulo aún, pero notablemente sorprendido... ¡ERA VIERNES!. Lo fue desde que desperté, mientras bajaba en la bicicleta, mientras me sacudía las moscas de la pereza, mientras doblaba la esquina. Era viernes. Siempre lo había sido, y yo en la ignorancia plácida de los que no saben donde andan parados, viví todo con la paciencia de un Jueves morrongo.



¿Qué demonios había pasado?, si el día anterior me había acostado con la certeza de que al siguiente sería un jueves aburrido y tedioso, un jueves que antecedía al viernes lleno de responsabilidades que tenía que cumplir.


No se en qué momento de la noche pude haber dejado perder ese Jueves. Quizá cuando me quité la ropa del día lo dejé olvidado en los bolsillos de la camisa, o lo perdí antes, en el Centro, sacando algún billete para pagar cualquier cosa, había salido mi jueves enredado en las monedas y se había caído sin darme cuenta.


No pude salir del asombro y con vergüenza recordé que si hoy era viernes, había dejado de hacer muchas cosas que ya tenía planificadas. Había faltado a una importante reunión que me costó buen trabajo solicitar, había dejado de hacer el estirón matinal de los viernes, me había levantado como si fuera Jueves y no es digno dejar pasar un viernes sin hacer el respectivo último estirón matinal, el más copioso de la semana.



Quizá el día anterior había dejado caer mi Jueves en la casa de mi novia, y el perro se lo había encontrado, y tal vez se lo llevó a su guarida para jugar con el. ¿Dónde lo pude haber dejado?. Estoy seguro de no haberlo vivido, de ni siquiera lo vi pasar.



Tal vez dormí derecho desde el miércoles y no pude despertar, dormí hasta que amaneció el viernes y mi jueves se quedó encerrado en las portezuelas del sueño, se convirtió en fantasma y huyó.



Hoy perdí mi jueves en algún lugar. No es un jueves especial, como dije, es tedioso, lento, cargado de insatisfacción. Pero es mío. Es mí jueves, y quisiera tenerlo de regreso. ¿Lo ha visto usted?.



Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Ayer yo estaba tan seguro de tener a mi jueves esperando en el almanaque, en el amanecer, y hoy míreme usted. Aquí, reblujando los pantalones, los bolsillos de la maleta, la guarida del perro, debajo de la cama, como un loco, desesperado... Extraño mi pesado y absurdo jueves. Si lo llega a ver, por favor, no dude en avisarme.



Es fácil reconocerlo. No cualquiera deja un Jueves olvidado por ahí.


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