lunes, 28 de abril de 2014

Me dueles...


No importa cómo me siento. Acudo a vos, portal de mis demonios, para purgar este sabor a soledad que me consume los huesos. En este momento, cuando todo el castillo se tambalea y parecen delgados naipes sus paredes, y arena movediza su base. ¡Desear, querer, estar dispuesto a darlo "todo"! Eso sí que es difícil... Es difícil saber que sin titubeos eres capaz de entregar tu alma en las manos del mismísimo mefistófeles para ensalzarla, o salvarla, o amarla... 

Es muy frustrante cuando te esfuerzas por hacer algo maravilloso, simplemente maravilloso, o maravillosamente simple... Compartir, disfrutar de ese algo que no deseas compartir con absolutamente nadie más. De esas ganas, esos momentos y esas palabras que no se te antoja decirle a nadie, absolutamente nadie más... 

Y estar en esta incertidumbre insufrible. No saber si es por algo malo, o porque simplemente no quiere estar con vos, no saber si está bien, si está mal, si está, al menos... PUTA VIDA... Me duele querer tanto, a ratos, siento me que duele querer más allá de los límites del bien y del mal...

Me dueles.

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